Existen distintos tipos de cáncer, dependiendo de qué células se vuelven cancerosas. En particular, el cáncer de mama es una enfermedad en la cual las células de la mama se multiplican sin control.
El cáncer de mama puede comenzar en distintas zonas de la mama, que consta de tres partes principales: los lobulillos, los conductos y el tejido conectivo.
Los lobulillos son las glándulas que producen la leche. En tanto, los conductos son los tubos que transportan la leche al pezón. Por último, el tejido conectivo es la estructura que sostiene todas esas partes.
En general, el cáncer no afecta a las mujeres menores de 20 años. Pero esa no es razón para pasar por alto cuando se presenta alguna anomalía o dolor en nuestras mamas.
Al palpar la mama, podríamos sentir pequeñas bolitas, las cuales pueden estar sin siquiera nosotras darnos cuenta, sin producir dolor ni molestia. Esas bolitas son una señal de alerta, ya que podrían ser cancerígenas.
Es importante auto examinarnos constantemente, y llevar un control de lo que estamos sintiendo, en aras de verificar cada semana si esa protuberancia crece.
Para acudir a un médico, no hay que esperar al punto de sentir síntomas. Esa la etapa final de la enfermedad, en donde, por lo general, ya es demasiado tarde para reaccionar ante este depredador silencioso e invisible.
Esta enfermedad es un enemigo silencioso, que suele pasar desapercibida hasta que es demasiado tarde para combatirla. Por eso, es fundamental el autoexamen y la prevención.
No debemos esperar hasta el último momento para ir al médico, ni pensar que a nosotras no puede pasarnos. El cáncer de mama no discrimina. No tiene edad, raza ni color, mucho menos un estatus social.
Por lo tanto, si te sientes mal o notas algo diferente en tu cuerpo, acude a un médico y busca ayuda de inmediato.
Es vital que tomemos conciencia, y hagamos nuestros chequeos semestrales y anuales.