La cicatrización.
- Agudas: son las heridas que el organismo puede curar por sí mismo, sin que se produzca una infección y en un período relativamente corto de tiempo (máximo dos semanas).
- Crónicas: es una herida que tarda más de un mes y medio en cicatrizar. El proceso de curación suele estancarse en alguna etapa y tienden a presentar inflamación prolongada.
El riesgo de infección.
- Limpias: es una herida no traumática, que se hizo en un ambiente controlado y aséptico (un quirófano).
- Contaminadas: es una herida fresca, que puede estar inflamada, pero no presenta signos de infección.
- Sucias: en este caso hay una infección y la herida puede estar acompañada por dolor y fiebre.
Lo primero que los profesionales de la salud suelen evaluar es el riesgo de infección. Cuanto más limpia sea una herida, hay menos probabilidades de que desarrolle una infección y menos peligrosa es.
En ese sentido, una herida ocurrida en un accidente automovilístico representa más riesgo que una hecha con elementos estériles durante un procedimiento quirúrgico.
Otro factor que aumenta el riesgo es la zona en donde se encuentra la herida, por ejemplo, el sistema digestivo, que está repleto de bacterias.
Heridas y cuidado de los ancianos.
Un capítulo aparte merece el cuidado de heridas en los ancianos. A medida que envejecemos, la piel se vuelve más fina y frágil, pierde elasticidad y resistencia.
Pero con la edad no solo aumenta el riesgo de que se produzcan heridas en la piel; estas además requieren hasta cuatro veces más tiempo para curarse.
A todo esto, hay que agregar el impacto que producen ciertas enfermedades crónicas como la diabetes, que son más frecuentes en adultos mayores.
Úlceras por presión.
Un tipo de herida muy frecuente en adultos mayores son las úlceras de decúbito, o úlceras por presión.
Estas se producen en personas que tienen dificultad para moverse y se ven frecuentemente en quienes utilizan sillas de ruedas o en pacientes encamados.
Permanecer muchas horas en la misma posición puede lesionar la piel y los tejidos subyacentes, porque la presión disminuye el flujo sanguíneo en la zona y, en consecuencia, la presencia de oxígeno y nutrientes.
A la larga, la falta de oxígeno provoca la muerte celular y aparecen las heridas en la piel.